El día 28 de junio de 2025, A Escena Viento y Marea estrenó la obra inédita de Pepa Aller, AKERAQ, con la dirección de Javier Figueiras.
Basada en una historia familiar real, la escritora narra en el guion original la vida de sus integrantes, que trascurre entre una época de la sociedad española marcada por el patriarcado y la actualidad.
Tomando como leitmotiv la violencia machista ejercida sobre la esposa y los hijos durante seis décadas aproximadamente, esta catarsis personal está contada con un estilo directo libre que reproduce fielmente diálogos muy concretos o anécdotas de la vida familiar, apoyándose en la intervención fugaz -prólogo y coda- de una narradora omnisciente que originalmente es la propia autora.
La ausencia predominante de cohesión narrativa entre los numerosos cuadros y el consecuente exceso de elipsis son suplidos gracias a una visión contemporánea de la puesta en escena concebida por el director, que se sirve de un nuevo personaje ajeno tanto a la vida de los protagonistas como a la propia narración para hacer del meta teatro la herramienta que dramatiza los obligados tiempos muertos en las transiciones, unifica el espacio sonoro gracias a las composiciones poético musicales de la artista Olga Basanta, e incorpora técnicas escenográficas como la videoescena.

El auditorio Teresa Berganza de Villaviciosa de Odón, cuna y corte de la mayor parte del elenco y colaboradores acogió la puesta de largo de un espectáculo muy cuidado en sus formas que no tiene nada que envidiar a muchas otras producciones de la gran manzana de la escena madrileña. Actrices y actores de la compañía A Escena Viento y Marea, arropados por la música y una espectacular escenografía basada en grandes paños de telas que, al compás de las luces, hacen visibles o invisibles a los personajes, capturaron desde el primer momento la atención del público.

Sorprende el arranque de una obra en la que todos los personajes entran en escena a la vez como si estuvieran en una especie de limbo narrativo en el que la familia hubiera puesto fin, o quizás sólo hecho constancia, al sufrimiento del que aún no se sabe nada.
Inmediatamente, la fuerza del bolero No te quiero impacta de lleno en el corazón del espectador, en una primera escena que alerta de que casi nunca acaba bien lo que mal empieza. Como en un estado de mágico sincronismo, canción y dramaturgia se encuentran sin haberse conocido antes por mor de una causa desconocida, pero alineadas para hacer más grande cada una a la otra.
Ha sido todo un descubrimiento dar con la poética de Olga (Basanta). Cuando Pepa (Aller) me presentó el texto, lo primero que pensé es en la dificultad que iba a entrañar dar cuerpo a un relato compuesto de tantas unidades narrativas diversas. Uno de los retos más importantes era conseguir que las transiciones entre cuadros no se quedaran en meros tiempos muertos en los que los actores se preparan para acometer el siguiente. Había que conseguir que esos entreactos tuvieran fuerza narrativa y que mantuvieran enganchado al espectador. Y apareció la música de Olga, compositora, música e intérprete que canta sin tapujos sobre el empoderamiento femenino con una calidad, respeto y belleza que me cautivaron desde el mismo momento en que una persona muy allegada a la compañía me la presentó. Era Rosa, su madre, y ni ella ni yo imaginábamos que finalmente su música formaría parte del montaje. Simplemente ocurrió. Música, dramaturgia y dirección estábamos hechos los unos para los otros y nuestros caminos se cruzaron.
Javier Figueiras, director

Esta obra cuenta la historia de Paca y Salvador que tienen tres hijos fruto de su matrimonio. Lo que en principio se presupone una unión familiar feliz se va tornando amarga tiranía. El abuso de autoridad del cabeza de familia, alcohólico, mina progresivamente los sueños de sus hijos y esposa condenados a librar una batalla permanente para sobreponerse al yugo patriarcal.
Los personajes crecen, nacen, mueren o evolucionan física y mentalmente en un intervalo de sesenta años sin necesidad de caracterizar con maquillaje o vestuario a los actores. Esta es otra de las grandes aportaciones contemporáneas de este montaje, resultando en virtud la forma en que, sólo mediante simbología, interpretación y textualización, se consigue transmitir al público el momento vital en el que transcurre la historia.

En cuanto a la escenografía, es de resaltar el ingenioso artificio que permite que cada uno de los personajes esté permanentemente sobre el escenario todo el tiempo que dura la representación. Un cuidado juego de luces, proyección de video texturas y telas dispuestas en un polígono abierto hacia la platea permite ocultar o visibilizar a los personajes a voluntad según la necesidad de participar en la acción principal, ya sea directa o indirectamente. Además de resultar visualmente impactante, se anulan por completo las entradas y salidas convencionales, ganando en dinamismo dramático al tiempo que los símbolos se adueñan del imaginario narrativo.
En definitiva, podemos asegurar que nos encontramos ante una obra que combina teatro, arte, música y tecnología contemporáneos para lanzar un mensaje directo a la conciencia colectiva.
